viernes, 16 de abril de 2010


Cada noche, esa hora en la que el sueño te invade, pienso. Me gusta pensar, pensar en la verdadera felicidad. Me gusta pensar en África. En los niños del mundo. Me gusta pensar en John o en Michael ¿donde estarán? Me gusta pensar en el pasado, en el futuro y me gusta acurrucarme en el presente. Pienso en lo que escribiré mañana, en la serie de corazones que dibujaré en mi agenda, en cuantas fotos haré. Me gusta imaginar una vida distinta, una vida sin música, sin amor, con melancolía. Adoro pensar, quedarme dormida y al tiempo despertar. Me gusta leer un libro cuando pienso, me da empujones para pensar más y más. Me gusta saber que tengo a dos personas durmiendo en el piso de abajo, me gusta mucho. Adoro, también, a la gente. A las personas que habitan mi alma y sobretodo mis pensamientos, esas físicas, y esas psíquicas. Me gusta pensar en que están pensando, y que les gusta tanto como a mi. También adoro dormir, para soñar y pensar inconscientemente, así levantarme y poder vivir.

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