domingo, 18 de abril de 2010


Es curioso, las cosas se desvanecen al instante. El destino soluciona sin preguntar, sin dudar, sin ser piadoso. Las cosas se convierten en aciertos, o en desaciertos, todo sin meditación, todo sin pensarlo. Las personas se van, vienen, sin firmar contratos, sin ser realmente conscientes.
Los objetos se rompen, las personas... las personas se quiebran, se rompen en mil pedazos. Las personas se caen y se fragmentan. No hay pegamento para almas, no hay celo para corazones, no hay ninguna cuerda que nos traiga de la muerte.

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