Cada día las cosas son más sorprendentes, cada día intento plasmar en mis fotografías y en mis textos cada cosa que siento, cada cosa que quiero expresar, cada cosa que no puedo gritar. Me gusta decir lo que pienso, pero sobre todo me gusta demostrar lo que siento.
lunes, 31 de mayo de 2010
Cada noche, ella me recordaba que apagara la luz. Yo sentía que si la apagaba mis sueños iban a ser oscuros, sin luz, que iban a ser sin color. Ella al final desistía y se ponía su antifaz rosa.
Todas las noches ella seguía insitiendo en que no me preocupara, que apagara la luz y que todo iría bien.
Un noche que ella dormía en casa de sus padres, yo apagué la luz, hice la prueba y fue nefasta, todo era oscuro y hasta la luz más grande era una masa negra.
Al día siguiente se lo conté, llegó la noche, se tumbó a mi lado y me dijo:
-Apágala, ahora yo estoy contigo.
La apagué e intenté dormir.
El sueño de aqulla noche estaba iluminado, tenía color, tenía vida, todo era intenso. En un momento determinado miré al cielo: ella sostenía el sol.
A la mañana siguiente le dije de forma graciosa:
-Gracias, gracias por sostener la luz en mi sueño ¿no te cansaste? El sol debe de ser muy pesado...
-Si, incluso, me quemé las manos.
Pequeñas manchas las cubrían. Las toqué.
-Lo siento... ¿te duelen?
-No te preocupes, fue por una buena causa.
Apartó las manos y me besó.
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