Cada día las cosas son más sorprendentes, cada día intento plasmar en mis fotografías y en mis textos cada cosa que siento, cada cosa que quiero expresar, cada cosa que no puedo gritar. Me gusta decir lo que pienso, pero sobre todo me gusta demostrar lo que siento.
lunes, 17 de mayo de 2010
Deje de hacer tonterias.
-Me voy.
-¿Que dice? ¿A donde se va a ir usted?
-A cualquier lugar que no sea este, detesto la rutina, detesto ver lo mismo todos los días de mi vida.
-No sabe lo que está diciendo, la vida es como un río.
-No diga tonterias, por favor. Odio esos sermones filosóficos que se le ocurren de vez en cuando.
-Si tanto los odia ¿por que me escucha?
-No le escucho, cuando usted empieza a decir esas cosas pienso yo en otras, pienso en diamantes, en lugares hermosos, en a donde ire después de despedirme de Nueva York. Después de despedirme de los hábitos de cada día.
-¿A donde ira?
-A el lugar perfecto, un lugar donde me sienta yo misma, lleno de diamantes, de diamantes en bruto.
-Usted está loca, loca de remate.
-Posiblemente, y me alaga que me lo diga... ¡ya sé! mi lugar, será un lugar loco, loco de remate.
-No sabe lo que dice.
-Lo sé perfectamente, y ahora, me voy.
-¿Y su bolso?
-No lo necesito, es solo un trozo de tela sinsentido, cuídelo bien, se lo regalo.
-Adios señorita, espero que se arrepienta de todo esto.
-Posiblemente no, ya sabe, soy de ideas muy fijas... ahora, adios.
-Buen día, señorita.
-Buen día, señor, espero que usted haga algo parecido a esto algún día.
-Prefiero no perder el tiempo con tonterias.
-Si, posiblemente las tonterias son para los locos, amantes y soñadores, no son para gente como usted. Que lástima, pero en fin, el ser humano es tan imperfecto, que no me sorprende. Cuídese.
-¡Espere!
-¿Qué?
-Me voy con usted.
-Está usted seguro.
-En el fondo, yo tampoco soporto la rutina, usted se convertirá en mi nueva vida diferente.
-Es usted diferente a como yo pensaba. Vámonos.
-Pero espere ¿a donde?
-No, usted no puede venir, usted no quiere dejarse llevar, no me sirve como compañero. Coja mi bolso y váyase a casa.
-Tiene razón, señorita, no soy lo suficientemente valiente.
-Buenos días señor.
-Hasta siempre señorita.
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